14.12.12

Apocalipisis no!
























Que no se acabe el mundo ahora, por favor. Justo ahora no. Justo cuando vendieron la panadería de la vuelta de mi casa que hace dos años me tenía harta, llena de sueño, de odio e impotencia con su malditos extractores de aire y grasa que funcionaban de 5 de la mañana a 10 y media de la noche, como dos turbinas de avión, todos los días, sin excepción. Incluso el 25 de diciembre y el 1º de enero, a dos metros de mi ventana.

Justo ahora que cambié mi colchón ortobom pro saúde, supuestamente el mejor, pero que en los cinco años que me acompañó fue ablandándose com una bikini de mala calidad, por uno sonobelo, que de tan bueno, hasta me hace dormir menos.

Ahora, que por primera vez me proponen un viaje como siempre quise hacer, por tierra, con buena música, con un destino, pero sin itinerario fijo, en una kombi alemana, con alguien con quien puedo conversar horas sin que sus comentarios me parezcan aburridos.

No ahora, por favor, que estoy a punto de empezar otra cosa que siempre quise hacer, contar lo que vivo como yo quiera, usando todas las herramientas que fui juntando en el camino. Un blog que inventé hace 9 meses, se llama Me Río de Janeiro y va a ser parte de los blogs de La Nación.

Justo ahora que paré de querer que el mundo de verdad se acabe, para salvarme de mi proprio sufrimiento, que daba por sentado que sería eterno, y del ajeno, y de la idiotez ajena, que está destruyendo el único piso en el que puede vivir, desde el vamos, sin que le falte nada de lo indispensable, ni agua, ni aire, ni sombra, ni alimento.

Que se acabe la idiotez, en todo caso, porque si la imbecilidad humana se acaba, el mundo no. Y yo me quiero ir a viajar en kombi por Sudamérica, así que pilas por favor.

8.11.12

el día después

foto: o escracho do regaço

como una fuerte resaca, pero sin alcohol. como si le hubiera pasado a otra persona, no a mí, a ninguna de mis anas. lo de anoche fue, cómo fue? fuerte, para empezar con alguna palabra.
el cielo se vino abajo minutos antes de salir a escena, qué había en escena? nada, había que arreglar el escenario, acomodar las cajas redondas, llenas de tapitas y basura de playa; el banquito de mi abuela con la campera dorada reversible, de mc anitcha; la lámpara de loto, que demoró horas en enchufarse. y yo ya había sido anunciada.

confiá en mí, me dijo el sonidista, y me encajó un headphone, un micrófono como el que usa madonna o britney spears, pero de pésima calidad, a mí, que iba a "jogarme" -esa palabra tiene que ir en portugués, porque es más acertada, jogarse es lanzarse, pero diferente, para mí se mezcla con jugarse, por eso me gusta más- por primera vez en el picadero del circo vodor. y ahí fui, resguardada por mis cadenas de fuego y el batuque de los tambores que hicieron enloquecer a todos los que allí estaban, para ver el espectáculo o para resguardarse de la lluvia pesada.

el fuego dejó su estela, una buena humadera y el ambiente caldeado para la entrada de chacal, con su máscara diabólica y trechos de su poema Lúcifer.

es difícil dominar un micrófono desconocido, que no se agarra con la mano. agarrar el micrófono con la mano es una de las cosas que más me gusta en toda esta historia de hablar con volumen aumentado. es poderoso y fálico. y es como tener un cigarrillo, resuelve el qué hacer con las manos. me faltaba mi bastón y me sobraban manos. mi voz salió indómita, a veces demasiado fuerte, a veces imperceptible.

la segunda entrada, todavía con ese traje de Iansá-odalisca, rojo, lleno de cadenas doradas y plateadas y una falda de gladiadora hecha con el fondo de latas de aluminio que había juntado en un hostel, fue tibia en comparación a esos malabares de fuego. quedé vulnerable, igual a mi vestuario: un short negro y una camiseta del mismo color, después de sacarme toda esa armadura de encima mientras recitaba un poema que se llama "exorcismo" y expulsa al capeta -diablo en lunfardo portugués-.

el tercer episodio tardó por problemas de vestuario y asistencia, el collar de basura estaba todo enroscado, fue una odisea pasarlo por la cabeza, con ese micrófono de estrella tercermundista -me salvó alua, mi amiga paulista y música que vino especialmente para improvisar con sus instrumentos: un afinador de guitarra y una pandereta desafinada porque se quebró en viaje-. el gorro peruano quedó mal colocado y la baguala, que había sido ovacionada en el cep 20.000 se me hizo eterna, recitada con una voz baja y tímida, sin saber si me escuchaban, o si estaba demasiado fuerte, porque no tenía ningún retorno de mi propia voz.

vino la altinha, ese juego de pelota que aprendí en la playa, me acompañaron marcelo y antonio, dos amigos que conocí así, jugando altinha en ipanema. los dos de sunga, los tres jugando en pleno circo como si fuera la playa, con una platea repleta alrededor. era divertido verlos a contraluz, casi desnudos, "a vontade", como en casa.

el silbato que marcaba el fin del juego no sonó y la foto de los guardas municipales tampoco entró a tiempo. dirigir cuando se está actuando es algo que no se puede hacer, todo ya estaba a destiempo, por atraso o porque me apuré y me vestí de mc anitcha antes de presentarla, tuve que resolverlo con una vueltita de esas de niño, que magicamente al volver al punto de inicio del giro, es otro.

canté el hip hop sin escuchar la base, que estaba tan baja como mi voz en ese micrófono que es más para conferencias que para presentaciones circences-teatrales-musicales. los 4 minutos y 18 segundos fueron mi mayor hazaña. creo que nadie escuchó nada.

aplausos, sí, hubo. pero lo que más hubo fue aprendizaje, para lanzarse a un circo hay que hacer prueba de sonido, de video y por lo menos un par de ensayos grupales. corrí el riesgo de ser comida por los leones, pero para mi suerte, allí solo había gente con ganas de divertirse y alguna que otra arengadora-estrella con ganas de hacer su número dentro del número de otro. Chacal, mi estimado y admirado profesor de poesía, uno de los creadores del circo voador, que se presentó después de mí, tuvo que aguantarse una abucheada histérica por cuestiones políticas. no era para menos, habíamos invocado el lado de la sombra, y la sombra se hizo presente, en un país enérgico y como brasil,  en un barrio como lapa, polo nocturno de todas las tribus humanas, los espíritus y las fuerzas se manifiestan apenas se las invita al baile. una noche de estreno polémica, sorprendente y, para mí, inolvidable. me inmolé en la mola y salí con vida, con más vida que antes.

1.11.12

voy a inmolarme en la mola




Faltan dos días para estrenar "Todas las Anas en Una" en el Circo Voador.
Mi historia con el circo es así: la primera vez que fui fue justamente para un festival MoLA (Mostra Livre de Artes) en el 2008. Después empecé a frecuentar recitales: Céu, Otto, Matisyahu, Naçāo Zumbi, Afrika Bambaataa, Nouvelle Vague. Y a sacar fotos para la columna RIOscenaXXI, que salía publicada en rionomapa.com y en botocarioca.blogspot.com.
Un día vi que había un álbum de picasa del propio Circo Voador con fotos de recitales y mandé un mail para ver cómo se hacía para participar. Me contestó Vivi Drummond, asesora de prensa del circo, diciendo que mande las fotos con el asunto "a sua foto no circo", un álbum con fotos hechas por los fans. Volví a escribirle para preguntarle por el otro álbum, el de las fotos profesionales, y le mandé un link con los recitales que había fotografiado hasta ese entonces. Le gustaron. A partir de entonces colaboro como fotógrafa en muchísimos shows, cambiando mi relación con la música para siempre.
En paralelo, hice cursos de teatro, poesía, presenté pequeñas performances, la mayoría en el cep 20.000, evento que ya tiene 22 años de vida y es organizado por Chacal, mi profesor de poesía. Bastante de todo eso aparece en las páginas anteriores de este blog que, en dos días, va a cobrar vida y transformarse en mi primer presentación en este circo que amo. Un sueño. Entre 108 proyectos de artes escénicas, eligieron 14. Es la primera vez que me inscribo en un concurso y quedo seleccionada. Si están Rio, vengan a ver Todas las Anas en Una. 

Sábado 3 de Noviembre
Circo Vodor. Arcos da Lapa s/n
19h30

22.10.12

Aguas Passadas da Beira Mar
























Performance audiovisual faz resgate efêmero da atividade original do Chafariz do Mestre Valentim.

O monumento será ao mesmo tempo palco e tela de projeção durante a intervenção, que fará renascer a água que por ali passava. O chafariz há tanto tempo seco terá sua sede saciada também pelo retorno do convívio social nesse dia. Essa iniciativa foi contemplada com o Prêmio Funarte de Arte de Rua/2011.

A intervenção mistura dança, teatro, música, projeções ao vivo e uma grande queda d’água, incorporando o monumento histórico ao espetáculo. ‘Águas passadas’ identifica o passado e ‘passadas da beira mar’ remete às modificações geográficas sofridas no chafariz devido à interferência do homem, depois de tantas obras e aterros.

Por Juliana Sansana
Fotos: Ana Schlimovich

18.10.12

Fuerzas Invisibles


La primera vez que ví esa danza con fuego fue en Tailandia, en el año 2000. En Krabi, una playa con cavernas, estalactitas, monolitos gigantes, lagunas, cascadas y esta mujer bailando con fuego. Parecía que estava en transe, con una gracia hipnótica hacía movimientos sutiles y el fuego formaba círculos, figuras, juegos. Lo primero que pensé fue: yo quiero hacer eso.

Supe que se llama poi, y en Ko Phi Phi, la isla en la que se filmó la película The Beach, de Danny Boyle, con Di Caprio, a dos horas de barco desde Krabi, una española me mostró las famosas cadenas. Girarlas con coordinación resultó ser dificilísimo.

Un año más tarde, de viaje por Ecuador, decidí fabricar las cadenas. No me acuerdo exactamente cómo pensé en hacerlas. Se me viene la imagen de estar en Baños, una diminuta ciudad de montaña, a los pies del volcán Tunguragua -que por esa época echaba humo-, y estar en la puerta de una ferretería -ya había recorrido todas las ferreterías del pueblo- y encontrar ahí mismo a dos malabaristas. Leonel y Fabián, ecuatoriano y colombiano. Nos hicimos amigos. Me fui con ellos a Quito y ahí compramos amianto. Paseábamos, dormíamos en el Guápulo, ellos hacían malabares en los semáforos y yo pasaba la gorra. Odiaba hacer eso, pero lo hacía igual, y había que hacerlo bien, con firmeza y simpatía, para ganar algo de plata.



En ese viaje aprendí a rotar las cadenas. De vuelta en Baños, pasé un tiempo con la Caravana Arco Iris, un grupo de viajeros de todo el mundo que estaba recorriendo Sudamérica a bordo de un omnibus y que se asentaba durante un tiempo en algún lugar, y empezaban a interactuar con la comunidad, haciendo presentaciones de circo, trapecio, malabares, teatro, cursos de permacultura, talleres y todo tipo de actividades lúdicas y sociales, a cambio de un lugar para levantar campamento -muy bien equipado por cierto-. Con ellos vi Baraka por primera vez y actué en una obra de teatro que presentaron en la plaza principal de Baños: "El hombre de la armadura oxidada". Todo muy hippie-chic revelador. Nunca antes había escuchado las palabras permacultura y sustentable.



Las cadenas me desencadenaron. Entendí que el flujo del movimiento es un reflejo natural corporal. La mente no tiene ninguna cabida, cuando se piensa viene un cadenazo fuerte con esa punta de amianto duro, un tronillo de acero y tuercas. Tremendamente duros son los golpes. Fluir, esa era la clave. Entender el movimiento y después fluir.

Cuando volví a Buenos Aires, en septiembre del 2001, sabía jugar con fuego. Diciembre fue trágico, con el corralito, perdí todos mis ahorros, y gané impulso y creatividad. Les propuse a los mismos músicos de Las Preciosas Ridículas, Javo Canolik y Ezequiel Menalled, mezclar la magia del fuego con la música de los tambores. Así nació Fuerzas Invisibles.

17.9.12

Las Preciosas Ridículas

De Izq. a Der. Arriba: Alejandra Alliende, Ana Schlimovich. Abajo: Ana Morón, Julieta Daga y Mariana Garay


Un dia la llamé a Ana Morón con una gran idea, hacer una obra de Molière, en el Café Molière.
A Ana la conocí en el examen de ingreso del Conservatorio Nacional de Arte Dramático. La última prueba era una improvisación libre e hicimos dos personajes, el Rata y el Pascual, creo que planeábamos una fuga de la cárcel. No funcionó. Ninguna de las dos entró al conservatorio. Pero nos hicimos amigas, Ana fue mi primera amiga porteña.

Habían pasado dos años desde los intentos fallidos, el de fuga y el del ingreso al conservatorio. Ana finalmente entró en la EMAD, Escuela Metropolitana de Arte Dramática, y yo estaba estudiando diseño de indumentaria en la UBA y teatro en el Rojas con un profesor que me había recomendado ella, Eduardo Rivas, de la escuela de Alejandra Boero. Con él conocí la Comedia del Arte.

- Qué coincidencia, me dijo Ana, justo estoy haciendo una obra de teatro de Molière, "Las Preciosas Ridículas", así que no me puedo comprometer porque ya estoy con ese proyecto, estamos preparando la obra para participar del Festival de la Muestra.
- Ah, qué bien, le dije desilusionada. Y por ahí quedó la gran idea.
Una semana más tarde, Ana me llama para contarme que una de las chicas que estaba en el grupo, no iba a seguir, y si me interesaba participar.
- Claro, obvio.
- Es para el personaje de Marotte, la mucama.
- Perfecto, todo bien.
- Bueno, te llamo para avisarte cuándo ensayamos.
Corté el teléfono feliz.

Pasaron unos días y Ana me llama. Pero para decirme que había un problema. Se me heló la sangre, se comprimió el corazón, se me hundieron los ojos y la estaca que aparece en los casos de angustia, se me clavó un poco más.
- ¿Vos podrías hacer el personaje principal, Mascarilla?
- ¿eh?
- Es que tuvimos un problema en el grupo con la que lo iba a hacer y bueno, se decidió que no lo va a hacer...
- ...
- Así que se me ocurrió que lo podrías hacer vos, si querés.
Aceleración precipitada de latidos, calor, sofoco y una sensación placentera galopando por la sangre. De mucama a personaje principal.
- Claro, me encantaría.

Empezaron los ensayos. Cinco mujeres: Ana Morón, Alejandra Allende, Julieta Daga, Mariana Garay y yo. Todas de la EMAD, menos yo. No había director, la dirección era colectiva, lo mismo que la adaptación del texto. Nos llamábamos las Bergantes Rarisabidillas.
Con una disciplina estoica ensayamos tres o cuatro veces por semana durante ocho meses. Hicimos las máscaras, confeccionamos el vestuario nosotras mismas, definimos la escenografía, conseguimos dos músicos de lujo para acompañar el espectáculo en vivo, Javier Canolik y Ezequiel Menalled -Ezequiel es ahora un compositor consagrado de Las Hayas, y Javier, un baterista y percusionista exitoso-. Con estreno y segunda función en el teatro El Callejón de los Deseos, ganamos el primer premio del Tercer Festival de la Muestra del Callejón de los Deseos.

Ana y Mariana eran las primas ridículas, Cathos y Madelón. Julieta interpretaba a Gorgibusa -adaptación femenina de Gorgibus, padre y tío de las ridículas- y al amigo cómplice de Mascarilla, un gordo borracho encantador. Alejandra hacía de Marotte, la mucama, que por momentos paraba la obra para explicar la jerga complicada del texto, y también interpretaba a Le Grange, que, despechado por no haber sido aceptado por las ridículas por no poseer ningún título de nobleza, me enviaba a mí, Mascarilla, su criado, para hacerme pasar por un marqués ante las primas ingenuas. Mascarilla era el típico petiso mujeriego y creído, y Mariana, mi pretendida.

Durante un año presentamos la obra los sábados a la noche en la Av. Corrientes, en el Teatro Liberarte. La promoción era desopilante. Nos parábamos vestidas con nuestros personajes del Siglo XVII en la esquina de Corrientes y Callao, para hacer escenas fijas, mientras alguna de nosotras repartía los volantes. No cualquier volante, unos anuncios estilo medieval, impresos en papel madera, enrollados como pergaminos. Una vez hicimos una gira a bordo de un Citroën 2CV rojo descapotable, con dos antorchas, apareciendo por el techo. La gente aplaudía, miraba atónita, la escena era totalmente desubicada en ese cotidiano porteño.

Viajamos de gira a Paraná, donde hicimos dos funciones seguidas y colmadas de gente en el teatro de la Asociación Israelita; nos presentamos en la Biblioteca Nacional, a sala llena; en el teatro municipal de Ituzaingo. Salimos en algunos programas de radio y en un canal de cable. Después del segundo verano, Julieta quedó embarazada, se volvió a su Córdoba natal y el grupo se disolvió.

De Las Preciosas Ridículas logramos una adaptación fantástica, en forma totalmente autogestionada. Cinco mujeres en el mando. Fue un milagro que me enseñó a ejecutar ideas como ninguna facultad o escuela lo hizo. Hoy, Ana Morón, actriz y bailarina, dicta un taller de teatro reconocido en el medio artístico; Alejandra Alliende es una narradora de historias consagrada; Julieta Daga es una de las actrices más prolíficas de las escena teatral y televisiva cordobesa, y de Mariana, como pasa con algunos amantes fervorosos, no supe más nada, sólo que vive en San Martín de los Andes.

Voy a digitalizar el vhs de la obra para subirlo a youtube, si no lo hice antes es porque cuando lo volví a ver, hace un par de años, ví que el petiso creído estaba con unos kilitos demás.

9.9.12

las anas


todas las anas en una

Buscando otra cosa encontré la carpeta MIS ESCRITOS. qué nombre, no me gusta, pero tampoco lo cambio, es como un identificador de esos que vienen con la computadora, mis archivos, mis imágenes, mis escritos. Ahí adentro estaban los cuentitos viejos, escritos en los 90, que tanta pena me había dado perder. Apenas encontré la carpeta me puse a leer algunas cosas, no me parecieron grandiosas, pero tampoco tan malas, las leí como si estuviera leyendo a otra persona. 

Entre historias sin terminar, cuentos cortos y textos que imitaban al autor del libro que estaba leyendo, encontré la narración que casi dos décadas después terminó perfilando este blog.





Autorretrato

Si tuviera que describirme a mí misma, debería nombrar uno por uno todos los enanitos que forman parte de mi persona, que habitan en mi interior.
Pueden pensar que estoy loca, pero no lo estoy ¿Ven? este fue el enano paranoico que en seguida se da por aludido, aunque nadie haya dicho una palabra, aunque ni siquiera se haya cruzado un pensamiento fugaz por alguna de las mentes de quienes lo rodean... él prefiere pensar lo peor, y que, por supuesto, ese pensamiento atroz va dirigido a él, porque no sólo es paranoico sino que también es egocéntrico.

Como decía, los enanitos son todo lo que soy, los puedo sentir, los puedo ver cada vez que se asoman. A veces los reconozco fácilmente, otras veces me olvido de que existen, pero ahí están, siempre están.

Son parecidos pero ninguno es igual al otro, como los pitufos, pero estos son verdes. Sus facciones son el espejo de su carácter. Por ejemplo, en este momento apareció el enano detallista, tiene el ceño fruncido y los ojos entornados, como si quisiera ver más allá. Está pendiente de si me olvido de algo, preparado para señalar lo que falta o lo que sobra. Suele aparecer muy seguido, es tremendo, no se le escapa nada, y cuando se junta con el perfeccionista son insoportables, están siempre en guardia, a la espera de algún desliz. Generalmente aparecen juntos, los dos parados de brazos cruzados, con mirada desafiante, alerta. De repente, haciéndose camino entre el detallista y el perfeccionista, apareció el enanito soñador, me viene a rescatar de estos dos inconformistas para llevarme de paseo a algún lugar. A este enano le tengo aprecio, siempre aparece con su mirada risueña y una leve sonrisa instalada en su rostro. Se presenta sin aviso, no es demasiado respetuoso, jamás se detiene a observar dónde o con quién estoy. Me toma de la mano y me lleva lo más lejos posible. Recorremos diversos lugares, un mar azul e infinito con sus aguas tibias y protectoras, alguna selva escondida, una nube negra y densa que me envuelve hasta quitarme el aire, un vacío transparente y profundo en el que si no fuera porque yo lo obligo a volver, se quedaría para siempre.

No sé por qué, me acordé en este momento del enano enamorado ¿enamorado de qué? de cualquier cosa. Puede enamorarse de una planta y de una persona con la misma pasión, él ama la mayor parte de las cosas que se le cruzan por el camino, me gusta porque ama más allá del límite. Para él todo es simple, muchas veces lo espío cuidando que no me vea, ahora está sentado en un rincón, con cara de enamorado, mirando al resto de los enanos que se disputan el poder: el enano racional toma la palabra y se despacha con un discurso impresionante, hasta que viene el enano impulsivo y lo calla de un manotazo, el justiciero en seguida se entromete e intenta aplacar la situación, sin conseguirlo y es ahí cuando se acerca el enano pesimista, con el rostro arrugado por la amargura y los hombros caídos por el desgano, a decir que esto no tiene arreglo, que nunca se van a poder arreglar las cosas, ni con justicia, ni con palabras, ni con nada; y ante semejante espectáculo el enano enamorado, todavía sentado en un rincón, piensa para sí mismo “con un poco de amor, todo se arregla con un poco de amor”.
 
No me puedo olvidar del enano aventurero, ese sí que me gusta, es valiente, se lanza por la vida para que ésta lo sorprenda, se mete sin pensarlo dos veces, cuando aparece me sube eso que llaman adrenalina, sé que algo va a pasar. El me dice que de eso se trata, que a la vida hay que pasarla por encima, por debajo y por adentro, nunca por el costado, que a las cosas que uno quiere hay que ir a buscarlas, que no vienen solas, se quedan esperando a que uno se abalance sobre ellas, y además me confesó que cuando las cosas ven tanto entusiasmo, tanto coraje junto, se ponen de nuestro lado. Y es cierto, yo lo confirmo cada vez que dejo que mi enano aventurero haga de las suyas. Es simpático y bien fornido, desprejuiciado y desenvuelto, va a paso seguro en busca de emociones. Con él me siento viva. Muchas veces se pone de acuerdo con el enano viajero, el trotamundos incansable que, lógicamente, siempre está bien predispuesto para las aventuras; entre los dos planean un destino y cuando llegan a un acuerdo toman el mando del navío y zaz! allá vamos todos embarcados.

Me quieren convencer a toda costa de que no hay mejor manera de disfrutar la vida. Debo reconocer que no deben esforzarse demasiado para que yo piense igual, pero cada vez  que estoy a punto de darles la razón, aparece el enano responsable para hacerme reflexionar, con sus anteojitos ovalados y su voluntad de acero, me repite la perorata de siempre: que en la vida hay cosas más importantes que andar paveando por ahí, que si quiero triunfar y trascender debo esforzarme y asumir mis responsabilidades, que yo tengo un deber en este mundo que tengo que cumplir y que si sigo entreteniéndome con estupideces nunca voy a llegar a nada. En realidad tiene razón, además, que sea responsable no quiere decir que sea autoritario, él acepta el camino que yo elijo, nunca se opuso a que fuera probando distintas opciones hasta descubrir cuál era mi verdadera tarea en esta vida. Me alentó en cada decisión, siempre que la tomase con la seriedad que se merecía. No tengo nada que objetar, salvo que, a veces, sea demasiado responsable y eso no lo opino solamente yo, también lo dicen el enano soñador, el impulsivo, y sobre todo, el enano despreocupado, que está más allá del bien y del mal y que lo único que quiere es que yo la pase bien, mientras eso suceda todo lo demás no tiene importancia. Él es libre, en su cabecita no entran ni los escrúpulos, ni la moral, ni las reglas, ni nada. Para él, la vida se basa exclusivamente en el placer. Desde luego que esta postura siempre es puesta en tela de juicio por los enanos que tienen que ver con las cuestiones del deber, pero al despreocupado no le afecta en lo más mínimo, él se limita a subir y bajar los hombros y a decir “y a mí qué me importa”, después se da media vuelta y se va a jugar con el enano creativo, el artista y el enanito niño que la están pasando de maravilla inventando locuras para divertirse. Espero que no me escuchen los demás, pero estos tres, son unos de mis enanos preferidos, y son los que, en definitiva, más influyeron en las decisiones que tienen que ver con mi forma de vivir y de ganarme la vida. Hicieron un esfuerzo muy grande, me agarraron de pies y manos cuando vieron que el enano del deber; que se fija en lo que piensa el resto de la sociedad, que acepta sin chistar las reglas que alguien alguna vez decidió que eran la única manera de vivir y que se resigna a la normalidad agachando la cabeza, sin preguntarse qué es normal y que es anormal; intentó llevarme con él. Contra viento y marea lucharon para que no me fuera por un camino que yo no elegía. Se aferraron a mí porque confiaron en mi esencia y en mi espíritu más que en mi cerebro. Les voy a estar eternamente agradecida por lo que hicieron, de otra forma, me hubiese asegurado la infelicidad. En realidad sí quisiera que alguien me escuche, quiero que estas palabras le lleguen bien claritas a uno de los enanos, al crítico, que en este momento se hace el sordo y mira para otro lado. Ese es un enano de mierda, es el único enano que realmente aborrezco. Razones me sobran para hacerlo. No sólo no sirve para nada productivo sino que además se empeña en arruinar todos mis intentos y mis logros. Aparece en mis mejores y en mis peores momentos, siempre aparece. Se burla de todo lo que hago, no me deja escribir, ni jugar, ni actuar, ni amar en paz, siempre está ahí para decirme que no sirvo, que nunca voy a llegar a nada, que lo que hago debería darme vergüenza, que nadie me quiere, que me merezco todo lo malo que me sucede y otras mil calamidades. Me atormenta con su sadismo, a mí y a todos mis enanos. Pero es tan grande y poderoso que nos va a llevar un buen tiempo deshacernos de él. (El enano esperanzado me dice al oído que no pierda las ilusiones y que todos me van a ayudar).


Sé que todavía me queda hablar de muchos enanos más, del enano caprichoso, del sexópata, del intelectual, del miedoso, del glotón, del enano chistoso y de muchos otros; todos igualmente importantes. Pido disculpas a todos los que no nombré, no se ofendan, pero el enano cansado, un viejito desdentado que se cansa hasta cuando duerme, tocó la campana, me quiere quitar el lápiz que sostengo con mi mano derecha y me avisa que en un instante va a apagar la luz.
o que é pra ser, dá prazer

30.5.12

Lanzamiento de Anafenix

















Mi primer libro de poesía en portugués.
Mi primer libro de poesía.
Mi primer libro.

La presentación es hoy, 30 de mayo, en el Espacio Cultural Sérgio Porto,  Humaitá, Rio de Janeiro, a las 20hs.

El libro se puede leer on-line, pero las sorpresas, só ao vivo.

12.2.12

Redigitalizar o Cómo guardar lo que se creía perdido

Hace varios años, unos... 15 por lo menos, escribí un cuento. "La tía Irma" salió de mi cabeza en una hora y media de encierro en mi cuarto. Ya vengo, le dije a mi hermano, y me fui a sentar a la computadora, mi primer computadora. Cuando salí tenía dos hojas impresas y un cuento. Mi hermano nunca me creyó que ese cuento lo escribí yo, en ese momento. Y a mí nunca me volvió a pasar algo igual. Estar ocupada en algo, decir ya vengo, vomitar una historia con principio, medio y fin, sin premeditación.
Lo llevé años más tarde al taller literario que iba, y no recibí grandes elogios ni duras críticas, era un cuento y lo más impactante era, ahora lo sé, la forma en que salió, por eso a mi hermano le pareció fantástico.

"La tía Irma" se perdió junto con todo mi material escrito durante mis primeros 25 años de vida, recopilados cuidadosamente en una carpeta que hasta hoy se sigue llamando igual: MIS ESCRITOS. Supongo que es la carpeta más importante que tuve y tengo -ahora es otra, pero se llama así-, más importante incluso que mis carpetas de fotos. Tan importante que no entiendo cómo pudo perderse. De todas las cosas guardadas en backups, cosas que parecían escenciales, que merecían ser guardadas y que nunca jamás necesité, ni miré; de todos los archivos almacenados y copiados en  unos cuantos disquettes, cds,  dvds, la que decía MIS ESCRITOS fue la única que no encontré. Ya hablé sobre este tema en el blog, alguna vez. Creo haber dicho también que me había pasado un buen tiempo digitalizando todo lo que tenía guardado en papel, en cuadernos, en hojas sueltas, porque me parecía más seguro, y ocupaba menos lugar. Tiré todos los papeles, y evidentemente, por algún error que no logro recordar, tiré también todas las copias digitales.

Mi mamá encontró algún que otro papel, una poesía, una reflexión, las obras incompletas de una chica desordenada que guardaba lo que al final no tenía importancia y se deshacía de lo que sí. Hace un tiempo encontré el cuaderno del curso de literatura con la copia que había llevado impresa de la tía Irma. Lo releí, contenta de tenerlo de nuevo, y contenta de confirmar que escribo hace tiempo. Supongo que por la época en que lo escribí estaba leyendo algún libro de Isabel Allende, o alguna escritora latina. Bueno, a redigitalizar a la tía, sin edición, y liberarla en el misterioso espacio de esta maravilla que se llama Internet.



La tía Irma

Esa tarde fuimos a tomar el té a la casa de la tía Irma, la menor de las hermanas. La tía Irma era renga, había quedado coja después de un accidente que tuvo cuando trabajaba en los maizales, hace muchos años atrás. Yo todavía no estaba ni en los planes para ese entonces, pero más tarde, en la época en que estaba aprendiendo la tabla de multiplicar del siete, me contaron que ella solita se había metido debajo de las ruedas de un tractor.
La tía trabajaba en el campo con su primo segundo, con quien parece que no se llevaba demasiado bien, y un día, nadie sabe a ciencia cierta por qué razón, la tía Irma se montó en cólera y se fue a enfrentar a su primo segundo cara a cara. Cegada por su enojo no se percató de que el primo corría con ventaja, ya que venía conduciendo el maltrecho tractor, haciendo la ronda diaria. La tía se piantó en el camino haciéndole frente, echaba fuego por los ojos. Mientras que el primo se acercaba rápidamente gritando palabras que llegaban como gruñidos a los oídos de la tía Irma, y que la hacían enfurecer aun más. La distancia entre los dos se hacía cada vez más corta. El primo gritaba más fuerte y la tía le devolvía un montón de palabrotas que no me está permitido repetir. Lo único que puedo decir es que las últimas palabras que pronunció la tía Irma antes de quedar con las piernas desparejas fueron "yo de acá no me muevo, me tendrás que pasar por encima". Y así fue. Gracias a Dios alcanzó a tirarse para un costado, salvando toda su vida menos un pié, el izquierdo.
Se puede decir que lo que hizo la tía fue muy valiente. Yo más bien diría que fue testadura y, sobretodo, sorda. Porque lo que su primo le repetía, desgarrándose la garganta, era que el tractor se había trabado, que no lo podía detener ni desviar y que, como si fuera poco, se le había atascado un pedazo del pantalón en la rajadura del asiento, así que le era imposible saltar.
La tía Irma jamás lo perdonó, es la única de la familia que no creyó la versión que dio su primo segundo, del que, dicen, era más bueno que el Quaker. Digo era porque una noche, dos años después del accidente, desapareció. Nadie sabe qué pasó con su persona, nadie lo vio salir ni caminar por ahí, nadie lo encontró nunca más en ningún lugar.
Las malas lenguas, que estaban a su favor, dicen que se lo llevó Dios al cielo para darle otra oportunidad. Inesperadamente, las otras malas lenguas, que para llevarle la contra a las primeras se tendrían que haber puesto del lado de la tía Irma, coincidieron por primera vez con sus enemigas. Ellas también aseguran que al primo se lo llevó Dios. Pero para no ser menos que las primeras malas lenguas, éstas aseguran que antes que se lo lleve el Todopoderoso, la tía Irma mató a su primo segundo con sus propias manos, silenciosamente y sin que nadie la vea. Dicen que le puso las manos al cuello con tanta fuerza que en menos de nueve segundos el pobre dejó de respirar. Dios le dejó el trabajo sucio a la tía Irma y después se lo llevó silbando bajito, como quien no quiere la cosa.
Al final, con tantas historias, yo no sé a quien creerle. Para colmo, después de la desaparición del primo a la tía le agarró amnesia, o por lo menos eso dice ella.
Tengo que confesar que lo que a mí más me intriga es saber por qué se había enojado tanto la tía Irma. También hay diferentes versiones sobre este asunto, pero las voy a dejar pendientes porque, en realidad, lo que yo quería contar desde un principio era que esa tarde, cuando nos reunimos a tomar el té en lo de la tía Irma, la abuela Memé, que en realidad no es mi abuela pero yo la quiero como si lo fuera, nos contó la historia de Manuel, el afilador de cuchillos.