
No hay nada de bueno en tener manos y no poder usarlas, es difícil llevar los pensamientos al polo positivo con dos manos quebradas. Me obliga a depender, a quedarme más quieta, a no poder concretar o satisfacer cada antojo, deseo, capricho de una mente acostumbrada a mandar a hacer, mandar al cuerpo, a mí, a todas mis anas, a seguir ese camino: tomar agua porque tengo sed, ir a comprar un par de zapatillas porque quiero algo nuevo, llamar a determinada persona, cosas que vamos haciendo, normal y naturalmente, porque nos lo dicta algo dentro nuestro, o algo de afuera, a lo que concedemos por mil razones.
Las circunstancias me llevan a, obligatoria y necesariamente, usar más la cabeza, para las más mínimas decisiones, porque la demanda es más difícil de ser contentada, completada, satisfecha. Las cosas se caen de las manos, el yeso pesa, nos preguntamos por qué no podría haber ganado la lotería, junto con algún amigo con quien por una loca excepción, jugamos, en vez de haber caído de tan alto, contra un piso tan duro. Podría ser peor, siempre, pero también siempre podría ser mejor. Es opción.
Miren lo que pasa con el agua, las formas que adopta según las vibraciones que la circundan, ya sean pensamientos, palabras, fotos, según el Dr. Emoto Masaru, quien fotografió la partícula de agua congelada que aparece al comienzo. + info www.hado.net
"... si los pensamientos hacen eso con el agua, imaginen los que hace con nosotros" dice un personaje de la película www.whatthebleep.com
pensalo, pensalo... vamos dejando por acá, te veo en la siguiente sesión.
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