"Es preferible pasar por tonto un minuto, que ser un tonto toda la vida."
Me dijo, después de leer mi post anterior.
Qué suerte tuve en la lotería de madres.
11.2.11
10.2.11
La vanguardia congelada
Vengo de un debate sobre la vanguardia artística en el Espaço Oi Futuro de Flamengo, sede vanguardista en arte y comunicaciones en Río de Janeiro, valga la redundancia. Entre los conferencistas estaban Márcio Botner, fundador de la galería A Gentil Carioca; Daniel Schenker, crítico de teatro y cine; y Livio Tragtenberg, compositor experimental y saxofonista. Excelente la presentación de cada uno, diferentes entre sí en todos los aspectos, área de actuación, idiosincrasia, estilo, forma de hablar. El primero es un académico, cultísimo, lleno de datos, nombres, fechas; el segundo un moderno, artista, emprendedor y el tercero un paulista que dice las cosas sin tapujos, que logró hacer, por ejemplo, esto: http://neuropolis-livio.blogspot.com.
Toda mi vida me pasó lo mismo en las conferencias y los debates, la extraña sensación de que por algún motivo se esperaba que yo preguntase algo (¿?), y la timidez absoluta de exponerme, sobre todo por la falta de una pregunta concreta, a lo que actualmente se suma la dificultad del idioma y el terror a no saber expresarme correctamente, a que se me trabe la lengua o no saber la palabra que quiero usar en portugués.
Millares de ideas se me iban cruzando por la cabeza mientras escuchaba los discursos. Proyectos que hace rato tengo en mente, viejas ganas de crear videos, ensayos, libros, muestras, experimentos que siguen apilados en la lista de pendientes. Pero hoy, lo único que se me ocurría era agarrar el micrófono, sorprenderme con mi voz en alto volumen -cosa que me exita sobremanera, hablar por un micrófono y escuchar mi voz expandida-, y pedir permiso para hacer un experimento, preguntar si yo era la única persona de esa sala que se estaba congelando, pedir que levantaran la mano los que estuvieran sintiendo frío. En cualquiera de los dos casos, con muchas o pocas manos en alto -aunque deseaba profundamente que la mayoría estuviese tan congelada como yo-, habría dicho que por qué en todo el mundo tienen esa maldita costumbre de matar a uno de frío en los cines, los teatros, las empresas, los restaurantes caros, los ómnibus, los aviones, los taxis... cuando afuera uno se derrite de calor. Por qué llevarnos de un extremo al otro? cuando lo agradable es el punto medio, el tiempo templado. Mi primera justificación para semejante participación en un debate sobre la vanguardia artísitica era que si no lo preguntaba ahi, dónde lo iba a preguntar? en qué ámbito habría podido sacarme esa duda que me acompaña desde años, junto con el miedo a preguntar en los debates, junto con esa necesidad de ocuparme y querer que todos nos ocupemos de las cosas inmediatas, palpables, subyacentes y obvias a la vez, que una vez puestas sobre la mesa, se vuelven fácilmente modificables. Eso antes, y después, sí, ocuparnos de las ideas, las opiniones, las sofisiticaciones y todas las cosas que nos inventamos para que nuestra existencia sea menos aburrida.
Millares de ideas se me iban cruzando por la cabeza mientras escuchaba los discursos. Proyectos que hace rato tengo en mente, viejas ganas de crear videos, ensayos, libros, muestras, experimentos que siguen apilados en la lista de pendientes. Pero hoy, lo único que se me ocurría era agarrar el micrófono, sorprenderme con mi voz en alto volumen -cosa que me exita sobremanera, hablar por un micrófono y escuchar mi voz expandida-, y pedir permiso para hacer un experimento, preguntar si yo era la única persona de esa sala que se estaba congelando, pedir que levantaran la mano los que estuvieran sintiendo frío. En cualquiera de los dos casos, con muchas o pocas manos en alto -aunque deseaba profundamente que la mayoría estuviese tan congelada como yo-, habría dicho que por qué en todo el mundo tienen esa maldita costumbre de matar a uno de frío en los cines, los teatros, las empresas, los restaurantes caros, los ómnibus, los aviones, los taxis... cuando afuera uno se derrite de calor. Por qué llevarnos de un extremo al otro? cuando lo agradable es el punto medio, el tiempo templado. Mi primera justificación para semejante participación en un debate sobre la vanguardia artísitica era que si no lo preguntaba ahi, dónde lo iba a preguntar? en qué ámbito habría podido sacarme esa duda que me acompaña desde años, junto con el miedo a preguntar en los debates, junto con esa necesidad de ocuparme y querer que todos nos ocupemos de las cosas inmediatas, palpables, subyacentes y obvias a la vez, que una vez puestas sobre la mesa, se vuelven fácilmente modificables. Eso antes, y después, sí, ocuparnos de las ideas, las opiniones, las sofisiticaciones y todas las cosas que nos inventamos para que nuestra existencia sea menos aburrida.
Suscribirse a:
Entradas (Atom)