5.5.09
Puñalada
el día se disponía si no difícil, complicado, compromisos que probablemente irían a dejarme tensa, tiempos cortos, y mucho trajín por delante. Pero superé las pruebas de a poco y con calma, si bien no conseguí lo que yo quería, logré salir ilesa de las situaciones, tanto que el día se dio vuelta y después de sacar fotos, perderme una clase de teatro por cinco minutos de retraso, ir a un local de Claro para reclamar un celular gratuito que supuestamente me correspondía pero resultó que no, intentar por última vez ganar el patrocinio del Metro do Rio sin tener el resultado esperado, visitar a una amiga que está internada por una fuerte infección en el estómago, sacar más fotos, intentar conseguir nuevos anunciantes para el mapa, llegar a la playa y saber que el clima humano no era el esperado, y sin embargo revertirlo, conseguir sentirme no sólo a gusto sino que disfrutando como un día de esos especiales, terminando el día con una práctica de altinha, ese juego carioca donde el objetivo entre los participantes es mantener la pelota siempre en lo alto, pasándola con todo el cuerpo menos con las manos, conociendo personas nuevas, artistas, llegar a casa justo para la primera reunión de consorcio de mi vida que me compete y... descubrir apenas estaciono la moto, que las dos bicicletas que me fueron prestadas no estaban más. Sin más. Se afanaron dos bicicletas encadenadas entre ellas de mi propio garage, a un mes de vivir en este edificio. Una caloi y otra que cuesta duzentas prata. Puñalada, un casillero al frente y 6 para atrás. Definitivamente están queriendo que desenvuelva el arquetipo salvaje que debe andar dentro de mí.
2.5.09
El primero de abril es el día de la mentira. Ese día me mudé. Con lluvia. Para lavar el alma, arruinar los muebles y borrar toda huella sucia que haya querido venirse a cuestas desde mi antigua morada. El flete tuvo que hacer dos viajes para trasladar todos los bártulos que acumulé durante casi dos años. Ni siquiera dormí en mi casa nueva esa primera noche, el olor del sinteco del piso de madera no lo permitía. El dos de abril viajé a argentina, conocí a mi sobrino Marcos y retiré toda mi historia material de las ocho casas donde la tenía repartida. Vendrían en barco hasta Río junto con muebles de amigos. Pero no vinieron, la aduana argentina no permitió esa extraña facilidad con la que se iban sucitando las cosas. Vine yo, con corte de pelo nuevo y el miedo de enfrentar una propiedad propia sobre la que no sabía absolutamente nada. De a poco las cajas desaparecieron y los bártulos fueron encontrando su lugar, una planta acá, la lámpara esa linda donde se pueda enchufar, las cremas dentro del botiquin, las ollas apiladas en el único estante de la cocina, la cama que contradice en todo las leyes del feng shui. Abril pasó con sorpresas asombrosas, con caricias, besos y paseos en bicicleta, con muchos feriados, con lluvia y playa llena, con el retorno a las artes culinarias, y a las comidas compartidas, con cine francés y pochoclo salado, con ansiedad, con soledad, con desorientación total. Con música nueva, con show de maracatú, con el intento de modificar la visión, el punto de vista. Ya que las cosas no cambian, vale la pena cambiar el ángulo desde el que se las mira. Chau chau abril, mes feliz, mes de amor y desamor, de cumpleaños, de garganta tomada y manos dadas.
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