28.8.09
VIVIR SIN MANOS PUDIENDO HABER VIVIDO CON MANOS
A los quince días de la "quebrada" retorné a la clínica, fui caminando por el Parque de Flamengo, viendo como están apareciendo las flores de las palmeras del amor, que florecen una vez en toda su vida y después se mueren. Queda el tronco, pelado, como vestigio. Sigo por la ciclovía, la Bahía de Guanabara brillante después de tanta lluvia, el pan de azúcar, los bondinhos que no paran de subir y bajar turistas.
Llegué a la clínica y esperé lo normal, me atendió un médico esta vez, y con su voz atenta y suave me dijo que no entendía por qué tenía el yeso más grande, el que casi llega hasta la axila, en el brazo derecho, cuando, según el diagnóstico escrito en la ficha y las radiografías, el tipo de fractura que precisan ese tamaño de yeso, estaba en la mano izquierda...
y no fue el chico que me enyesó que se confundió, no no, fue la propia médica que me mandó al infierno, la bestia que me atendió, que simplemente parece haber cambiado los brazos.
Vamos a sacarte los yesos y hacer nuevas radiografías, dijo el médico. Y al verlas verificó que el brazo izquierdo ni siquiera estaba quebrado. Me apretó la muñeca en la zona crítica para constatar si había dolor. Nada. Salí de la clínica con un yeso corto en la derecha y una tremenda calentura por haberme bancado 15 días con un yeso que parecía una pata de vaca en el brazo más educado que tengo, cuando ni siquiera lo necesitaba. Y la bronca de enterarme de que el dolor que sentía en la manos izquierda era generado por el propio yeso, uno tan inutil como el otro.
Qué hago? la llamo para decirle que es una perra incapacitada? la proceso? lo dejo pasar y me alegro por haber recuperado mi movilidad en un 80%?
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